- Opinión

CHINA EN ALERTA MÁXIMA: Pareja marplatense relata como afecta el coronavirus

 

«No saben lo que es esta parte de China» comienza el relato de Lucia.

El coronavirus se ha convertido en una amenaza para la vida cotidiana de China. Las calles parecen una escena extraída de la serie The Walking Dead.

                                                                                                     Calles vacias

Si bien el gobierno chino se  esmera en resaltar la noticia de los casos curados, puertas adentro de este país, lejos de relajarse, aumentan las acciones extremas de precaución aislando las entradas a los ciudades colocando barreras impidiendo el paso.

                  Personas encontradas muertas en las calles, algunos medios aseguran que la información no sale completa

Infopuerto, se comunicó con los jovenes marplatenses que se encuentran viajando por el mundo  y que luego de visitar varios países, hoy están  en China.

El relato que Lucía López (hija de Marcelo, un destacado vecino portuense) le hace a sus familiares directos y a este medio es una muestra real de la gravedad del virus«No saben lo que es esta parte de China» comienza en su mensaje por wattsap,  «Todos los chinos atrincherados en sus pueblos, ponen barreras en la entrada del pueblo y no nos dejan pasar»
«Solo podemos estar en la ruta», continúa, » nosotros bien, salvo que no hay restaurantes ni hoteles así que meta acampar y cocinar».

                                                          Calles cortadas en la entradas de las ciudades y pueblos

Luego comenta que «llegamos a un punto en la ruta que no pudimos pedalear más, todo cortado y la Cruz Roja nos llevó a una estación de trenes»

Con respecto al viaje en tren Lucia cuenta que «tarda 24 horas… No saben lo que fue llegar acá con dos bicicletas y mil bolsos, nos tuvimos que tomar dos trenes rogando que nos suban las bicis» concluye el mensaje que denota la odisea de trasladarse por el territorio de China.

Lucia y Alfonso, una pareja marplatense que hace un año empezó a vivir un sueño: una vuelta en bici por el mundo. Llevan pedaleados más de 13.000 kilómetros por parte de Europa y Asia. A principios de enero, entraron por segunda vez a China, a la ciudad de Shanghai.

Las situaciones límite ponen de manifiesto el instinto de supervivencia de las personas y los obligan a tomar decisiones extremas. «El pedaleo por el centro y sur de China durante estas semanas fue un viaje hacia las consecuencias sociales que trajo el coronavirus: miedo y paranoia», dijeron.
Durante los primeros días de andanza, manifestaron que  los protagonistas fueron  «el vacío, las calles silenciosas, las escuelas cerradas mientras el espíritu alegre y característico de este país se iba apagando kilómetro a kilómetro, aún en el contexto festivo del año nuevo chino».

También cuentan que «con el correr de los días, el aumento de los afectados por el virus y la repercusión a nivel mundial de ésta noticia, empezó a aparecer la policía en las calles y en las rutas, demostrando una vez más su control sobre la población».


Así mismo dicen que «era frecuente que nos frenaran, nos preguntaran qué ciudades habíamos visitado, nos tomaran la temperatura y chequearan nuestros pasaportes. Esta situación se repetía varias veces en nuestros días de pedaleo. Como cada vez nos costaba más avanzar y hacernos entender, y la tensión policial iba en aumento, decidimos elegir pequeñas rutas internas».

Continúan relatando que esa «fue una buena decisión, pero duró pocos días. Los propios vecinos empezaron a construir barricadas en las entrada de los pueblos impidiendo el paso de quien no era residente. Esta guardia se extendía las 24 horas del día. El sistema de control, idéntico al policial».

«Nos sabemos privilegiados por no estar afectados por el virus y no tener a los nuestros en riesgo. Es desde este lugar que empatizamos con la tensión y la paranoia que fue en aumento en nuestras interacciones. Los medios de comunicación enfatizaban la alerta contra los extranjeros y eso se sentía. Se nos empezó a ver como potenciales infectados». 

Los jóvenes cuentan que ahí «aparecieron los gritos, se alejaban cuando queríamos hacerles alguna pregunta por miedo al contagio, no nos dejaban entrar a ningún pueblo para comprar comida o agua. Solo podíamos pedalear por la ruta, pero eso tampoco duró mucho. Nos topamos con un control policial, el último para nosotros, en el que nos prohibieron seguir camino. Después de algunos problemas de comunicación, intervino la Cruz Roja y nos trasladaron en una camioneta a la próxima estación de trenes en donde nos obligaron a continuar viaje destino a Nanning, una de las últimas ciudades al sudeste de China».
«Actualmente, hay muchas fronteras cerradas y la mayoría de las aerolíneas cancelaron sus vuelos. Nuestra única opción es aplicar para la visa de Vietnam y continuar en esa dirección. 
No nos pasaron mucha cosas «malas» en el viaje, de hecho, creemos que esta es la primera. Y si bien en esta historia lo peor parte se la lleva el pueblo chino, nos queda un sabor amargo de esta huída y preferimos recordarlos con lo más característico de ellos: la inocencia, la curiosidad y las risas efusivas que ojalá recuperen pronto. Salud hermanos».

Lucía y Alfonso @una.vuelta.en.bici

CHINA: PUERTO DE WUHAN IMPIDE ATRAQUE DE BUQUES PARA EVITAR PROPAGACIÓN DE CORONAVIRUS

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