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Mar del Plata: El puerto es mucho más que un paseo

El puerto marplatense es un ícono cultural, social y económico de la ciudad.

Visitarlo no es solo caminar por la escollera sur hasta llegar al Cristo, ver los lobos marinos  que circulan libremente por la banquina de pescadores o comer un apetitoso plato.
Con una larga y rica historia, el puerto de Mar del Plata es un símbolo de la importancia del mar y la pesca en la vida e identidad de la ciudad. Además, es un punto clave en la economía y el crecimiento de la región.

La Historia
Todo se remonta a finales del Siglo XIX, donde se la empezó a diseñar, finalizando el 24 de febrero de 1924. Un siglo antes de la fundación de Mar del Plata , la actual playa Bristol era considerada un puerto natural con un pequeño muelle conocido como puerto Laguna de los Padres, por los padres jesuitas que hacia 1750 ya se habían instalado en la zona. Muchos años después, se cambió al lugar donde lo conocemos actualmente.
Desde su inauguración, se ha convertido en una fuente vital de empleo y desarrollo económico para la región, albergando una importante flota pesquera y prestando servicios a la industria naval y otros sectores relacionados con el comercio y la logística.

Inmigración e identidad
Se puede decir que Mar del Plata es “un rincón de una Italia más”, ya que la columna vertebral de la sociedad argentina actual es la suma de los argentinos provenientes de colonizadores europeos. La comunidad italiana es una de las comunidades extranjeras más representativas del país desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Según estimaciones, aproximadamente el 62 por ciento de la población de Argentina, es decir, unos 25 millones es de origen mayormente italiano. Incluso el mismísimo Jorge Luis Borges llegó a afirmar que “el argentino es un italiano que habla español”.
Los inmigrantes italianos que llegaron a “La Feliz” convirtieron a Mar del Plata en una de las ciudades argentinas más italianas del país.
En las inmediaciones del puerto, se fue formando un barrio que aún hoy nos remite a los pueblos italianos típicos. No es casual, fueron varios los inmigrantes que se asentaron en aquel costado de la ciudad para trabajar en el puerto.
Su legado permanece, en las canzonettas que suenan en el puerto de la mano de Rocco Salerno, el acordeonista italiano que deleita a todos los turistas con su música en el puerto.
También se encuentra en su interior el Monumento al Hombre de mar del escultor italiano Leone Tommasi. Realizada en mármol, sus dimensiones son 5 metros de alto por 2,40 de ancho y 70 toneladas de peso.

Cuna de italianos
Siguiendo la línea, los inmigrantes italianos llegaron a hacer grandes cosas en Mar del Plata. El Bristol Hotel, el Club Mar del Plata, el Museo Castagnino.

                                                       

Detrás de todas esas imponentes obras que caracterizaron a la Mar del Plata de la aristocracia, los italianos fueron parte fundamental de su construcción.

Pero no solo en el rubro de la construcción se emplearon los italianos, también hubo algunos inmigrantes que abrieron sus propios emprendimientos. Uno de ellos fue Giuseppe Tramontana, quien fundó en 1972 la Heladería Italia y quien creó el famoso sabor tramontana.
Tampoco podemos dejar de mencionar al histórico Tío Curzio, el restaurante y confitería creado por Curzio Benedetti en 1965 que deleita a turistas y marplatenses con su envidiable ubicación frente a Playa Varese.

En definitiva, Mar del Plata y su puerto lo tiene todo. Historia, cultura, lugares, donde un plato de fideos con mariscos, sabe muchísimo mejor que en cualquier bar de primer nivel de Buenos Aires. Los personajes de la banquina chica, las anécdotas, las lanchas, los lobos marinos. En pocas palabras, un lugar excepcional.

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