Rusia habría descubierto significativas reservas de petróleo y gas en la Antártida, según información filtrada por un buque de investigación ruso operado por Rosgeo, la empresa rusa dedicada al negocio minero. Esta revelación generó preocupación y debate debido a las implicaciones ambientales y legales en una región protegida por un tratado internacional.
El descubrimiento, informado inicialmente por BRICS News a través de la red social X, menciona que las reservas encontradas podrían contener un valor estimado de 511 mil millones de barriles de petróleo, una cantidad que es diez veces la producción del Mar del Norte en los últimos 50 años.
El hallazgo se habría producido en un territorio reclamado por Reino Unido, lo que agrava las tensiones sobre la soberanía en una zona donde también Chile y Argentina tienen reclamos territoriales superpuestos.
La Antártida está regida por el Tratado Antártico, firmado en 1959 y en vigor desde 1961, el cual establece que el continente debe ser utilizado exclusivamente para fines pacíficos y científicos. El tratado prohíbe expresamente toda actividad militar y minera en el área, con el objetivo de proteger su frágil ecosistema.
The Telegraph publicó que Rusia descubrió reservas de petróleo en la Antártida por el equivalente a 510.000 millones de barriles y la noticia provocó un fuerte revuelo en todo el mundo. Por un lado, porque está prohibido realizar actividades de exploración petrolera en esta región y, por el otro, porque se trata de un área cuya soberanía es reclamada por Argentina, Chile y el Reino Unido.
Los especialistas le bajan el precio al anuncio y aseguran que se trata más de una jugada geopolítica que de un verdadero hallazgo hidrocarburífero.
En primer lugar, porque el propio concepto de reservas incluye la certificación de una larga lista de actividades que demoran muchísimos años de tareas y que hubieran sido imposibles de realizar sin que se entere todo el mundo. Actividades que violan el Tratado Antártico suscripto en 1959 del que la propia Rusia es firmante.
“Es una manifestación geopolítica. No sé pueden precisar reservas y extensión de reservorios con investigaciones derivadas de otros ámbitos. Hace falta perforar y esas actividades están prohibidas. Todo tiene que ver con fijar posiciones frente a la renegociación del Tratado Antártico. Ni siquiera se puede hablar de recursos todavía”, afirmó a Forbes el ex secretario de Energía de Argentina, Daniel Montamat.
La exploración sísmica es el primer paso para empezar a estudiar el potencial geológico de un área determinada y apenas otorga una vaga idea de las probabilidades de encontrar un “sistema petrolero”. Es imposible que con esta simple tarea se pueda conocer de manera fehaciente los recursos del subsuelo.
“Primero hay que perforar varios pozos que se llaman delimitadores que puedan probar el tamaño del reservorio. Con un pozo se descubre, con alrededor de 10 pozos se delimita el recurso. Pero después necesitás probar qué plantas de procesamiento e infraestructura necesitas para poder producir. Cuando tenés todo eso, tenés que corroborar que es rentable extraerlo a los precios actuales y de eso depende que haya un Final Investment Decision (FID). Solamente ahí podemos hablar de reservas”, explica el ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia, Álvaro Ríos Rocca.
Las petroleras están sometidas a un estricto control de estos procedimientos justamente porque la cantidad de reservas certificadas impacta directamente en su cotización en el mercado de valores. El sistema de clasificación universal se denomina SPE-PRMS y exige la evidencia de un plan de desarrollo, asignación financiera, flujo de caja neto y aprobaciones legales, contractuales, ambientales, regulatorias y gubernamentales para operan en dicha área.
Incluso habiendo escondido con éxito la perforación de múltiples pozos durante varios años, no queda claro a qué precio ese petróleo podría comercializarse en un área tan compleja como la Antártida, donde la soberanía está en disputa.
“Explorar en Arabia Saudita no es lo mismo que en la Antártida. El costo es mucho mayor. Es frío, es lejano, es profundo, tiene sus complejidades. Hay que tomarlo con pinzas”, confirma Ríos Rocca.
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