Con el objetivo de abordar la expansión urbana consumiendo suelo fértil y la conflictividad de las producciones intensivas que utilizan agroquímicos, el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires Distrito 9, realizó el conversatorio vía zoom abierto a la comunidad denominado “Bordes Urbanos y Agroquímicos“, con disertantes invitados encabezados por el Arq. Rubén Pesci, ambientalista, referente en la temática en América Latina.
Se trataron puntos de vista desde las distintas disciplinas; la normativa general y particular existente en cada municipio del distrito; los efectos en la salud según el manejo de fitosanitarios, desde lo legal y su jurisprudencia y la necesidad de considerar la evaluación de impacto ambiental en estas actividades desde la planificación urbana.
La identificación del problema se sintetizó en el desencuentro de las distintas lógicas sectoriales y en la falta de regulación y planificación con responsabilidad transdisciplinaria.
“Desarrollo Si, crecimiento No”, es el lema que esgrimió Pesci al referirse al crecimiento descontrolado como forma de producir suelo urbano fruto de la especulación inmobiliaria que transforma los límites de las localidades en suburbios sin planificación, sin servicios ni infraestructura, ambientalmente degradados, que se encuentran sin amortiguación mediante con la actividad del cordón agroindustrial. Es crecimiento y no es desarrollo la producción acompañada indefectiblemente por agroquímicos que garanticen la mayor producción en nuestros bordes urbanos.
“Suburbios no, ensanches Sí”, la periferia es el problema de la ciudad contemporánea. En el caso de Mar del Plata queda por resolver el modelo de interface campo – ciudad y esto se vincula directamente a las consecuencias del uso de agroquímicos. Es que viene creciendo exponencialmente hacia el noroeste y según los datos de las Mesas de Trabajo del Plan Estratégico de 2013, la mitad de la población está sometida a los problemas del suburbio; definido éste como una ciudad de segunda clase que fue desplazando la actividad agraria. El desafío es resolver el suburbio y conducir el crecimiento urbano.
El frente verde de Mar del Plata es un paisaje emblemático que hay que trabajar para proteger como contrapropuesta al crecimiento desmedido y hacia el interior de la ciudad, densificada y compactada. Hay que propiciar en ese frente verde de 1000 metros, un cinturón de amortiguación de impactos ambientales negativos, que se diseñe en los primeros 500 metros; servicios de interés público del bien común, con zonificaciones para uso deportivo, educativo y tecnológico, con bajísima ocupación de suelo y de uso no residencial, con una producción agroecológica extensiva en los siguientes 500 metros, que amortigüe los efectos en la salud de este tipo de productos de alta toxicidad que acompañan la agroindustria intensiva.
Con relación a la planificación de los bordes urbanos, el arquitecto Pesci puntualizó: “Lo indeclinable es ocuparnos de dejar en claro que no hay suburbio que alcance para satisfacer las calidades de vida que merecemos, que como alternativa puede haber ensanches planificados con servicios e infraestructura y que la agricultura tiene que entrar en un proceso mundial de critica definitiva sobre el uso de agroquímicos. No es suficiente correr un límite de 1000 metros indefinidamente porque en la prepotencia del uso de suelo y su crecimiento sin planificación; está cifrada buena parte de la crisis del paradigma en que vivimos”.
Esta semana fueron publicados los resultados del muestro de aguas subterráneas que demuestran contaminación por agroquímicos en cuatro escuelas del periurbano del Partido de Gral. Pueyrredón.
El Grupo Aguas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UMNDP, que trabaja en los barrios periféricos y rurales que no poseen acceso a la red de agua y cloacas; detectó glifosato en el agua de dos edificios donde funcionan cuatro escuelas: la EEP 8 ubicada en el kilómetro 16 de la ruta 226 (El Coyunco) y de la EES 50, EES 46 y el Jardín 918 cuyo establecimiento está en el barrio Gloria de la Peregrina. También hallaron nitrato, otro compuesto asociado a los agroquímicos, en la 51 del Paraje San Francisco. Esta investigación nació a partir del pedido de los vecinos de los barrios de la zona de Sierra de los Padres, donde se practica tanto cultivo intensivo (acompañado por un paquete tecnológico de agroquímicos), como extensivo agroecológico.
Las muestras analizadas arrojaron niveles de glifosato por encima de los valores de cuantificación permitidos. En base a los resultados obtenidos en las perforaciones; el agua de allí extraída no puede considerarse apta para consumo humano ya que los niveles de nitrato y glifosato representan un riesgo para la salud de la población que la consume. Este máximo permitido para no causar efecto nocivo sobre el ser humano lo define la OMS, según los riesgos de consumo vía oral, donde la población más vulnerable son los niños ya que la relación dosis / peso corporal es menor. A esto debemos sumarle que el mismo producto fitosanitario puede aumentar significativamente su toxicidad si la vía de ingreso es ocular. Son valores que exceden lo recomendado por el Código Alimentario Argentino (45 m. por litro).[1]
Al respecto, integrantes del Instituto de Investigación del Hábitat y el Territorio del CAPBA IX señalan: “la pregunta que cabe hacernos es cómo llegaron a detectarse niveles de alta toxicidad a pesar de regir un distanciamiento de aplicación de 1000 metros y si éste se respeta. Este parámetro de análisis es un indicativo de que el sistema productivo instalado en la región está afectando al agua subterránea, por lo que queda probado que la napa, de la cual se extrae agua para consumo en estos establecimientos educativos y en las zonas residenciales linderas, está contaminada, por escurrimiento superficial hacia los cuerpos de agua y por lixiviado del suelo hacia las aguas subterráneas».
El gobierno local debe reconocer la importancia de generar limitaciones efectivas de resguardo entre las fumigaciones, las zonas pobladas, las escuelas y los cursos de agua, en virtud de la integridad de la salud como derecho superlativo y las responsabilidades subsidiarias que les corresponden a los funcionarios en la prevención de la salud de las familias afectadas y de la comunidad en general, así como del cumplimiento del marco jurídico vigente.
Es imperioso en la interface ciudad-campo, que estas normas existentes sean acompañadas de políticas públicas que garanticen su cumplimiento, que prime el principio precautorio por sobre el de rentabilidad, ya que el desarrollo sustentable no coincide con el crecimiento económico de la producción, si va en detrimento de la salud de las personas y del ambiente.
El Partido de Gral. Pueyrredón, cuenta con una ordenanza que regula el manejo de estos productos y rige una medida cautelar de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires que establece un radio de mil metros libre de fumigaciones: “Se prohíbe la utilización de cualquier producto químico y/o biológico de uso agropecuario y/o forestal, en particular plaguicidas y/o fertilizantes “.(“PICORRELLI JORGE OMAR Y OTROS C/MUNICIPALIDAD DE GENERAL PUEYRREDÓN S/INCONT. ORD. N° 21.296“).
Fuente: Colegio de Arquitectos
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